sábado, 6 de marzo de 2010

Fútbol en celuloide

El fútbol, a diferencia de otros deportes, no ha tenido mucha suerte al ser trasladado a la gran pantalla. En contraste el mundo del boxeo ha dado muy buenas películas y alguna que otra obra maestra (piénsese en El ídolo de barro, Más dura será la caída, Toro salvaje o incluso Rocky, por poner unos pocos ejemplos). El mismísimo John Huston rodó a mediados de los ochenta Evasión o victoria pero, a pesar de contar con la presencia de figuras como Pelé u Osvaldo Ardiles, la cinta pasó por las pantallas sin pena ni gloria.

Pero, ¿qué le ocurre al fútbol a la hora de ser filmado? ¿No es acaso fotogénico el verdor del césped? ¿O es que las grandes estrellas del balompié no tienen suficiente glamour y palidecen al ser comparadas con las del celuloide? Una primera respuesta podría ser la diferencia cultural. La factoría Hollywood marca el paso (para lo bueno y lo malo) en el cine mundial y, como es sabido, los americanos no han sentido nunca demasiado interés por ese juego al que ellos llaman soccer. Sin embargo, aun admitiendo este lógico razonamiento, yo creo que la clave apunta a otro lugar.

Volvamos al ejemplo del boxeo. A la hora de rodar un combate hay que diseñar previamente una coreografía hasta engranar, como un perfecto ballet, todos los movimientos, golpes, caídas, etc. Cuanto más ensayado esté, más realismo y autenticidad transmitirá en la pantalla. ¿Saben cuál es la diferencia con el fútbol? Que es poco suceptible de ser “fingido”. Inténtelo en casa: ¿hay algo más falso y antinatural que dejarse regatear? Cuando alguien dicta “tú ahora te tragas el amago, a ti te dejan sentado de culo y tú tienes que dejarte un caño”, todo parece quedar reducido a un ridículo paripé. En el fútbol, a diferencia del boxeo, la única manera de transmitir autenticidad es filmar un verdadero partido.

España, país futbolero hasta la médula, tampoco se ha caracterizado por llevar el fútbol a las pantallas con brillantez. En los 50 Once pares de botas (en la que un empresario intenta comprar a un equipo para que se deje perder con ¡ay! el Málaga) o La saeta rubia (con el gran Alfredo Di Stéfano) son ejemplos de infumables bodrios. Y recientemente Matías juez de línea, Días de fútbol o El penalti más largo del mundo no pasan de ser anécdotas más o menos simpáticas.

Otra cosa es Inglaterra. Los ingleses no sólo inventaron las reglas del juego, sino que (quizás por eso mismo) poseen una cultura futbolística más “especial” o “sofisticada” que el resto del mundo. En Inglaterra fútbol, cultura popular (incluyo, por supuesto, la música) y sociedad forman una conjunción de elementos permeables entre sí. Piénsese en el papel de la música en las gradas, donde, por poner el ejemplo más significativo, You’ll never walk alone fue extraído del musical Carousel para convertirse en himno del Liverpool, o donde un jugador no es verdaderamente grande hasta que no se gana una letra dedicada por la afición y coreada al son de algún clásico pop. Esa permeabilidad han sabido llevarla con brillantez a su cine, donde han hecho verdaderas buenas películas en las que la representación del juego no tendrá protagonismo directo, pero el fútbol aparece como un elemento más de la trama o es omnipresente telón de fondo para contar una historia. Son buenos ejemplos Quiero ser como Beckham, de Gurinder Chadha (en la que se refleja la lucha de una niña de origen indio contra los prejuicios culturales), Fuera de juego, de David Evans (basada en la novela de Nick Hornby “Fiebre en las gradas” y que narra como un hincha del Arsenal está a punto de arruinar su vida incapaz de vivirla sin la obsesión por el fútbol), o las recientes y también estupendas The Damned United, de Tom Hooper (sobre la rivalidad entre los entrenadores Brian Clough y Don Revie) o Buscando a Eric, de Ken Loach (en la que un hombre encuentra su espíritu de superación en la admiración por Cantona).

Hollywood dictará los entresijos del cine, pero nadie conoce los del soccer tan bien como los ingleses.

3 comentarios:

  1. Añado, ojalá que jamás aprendan de fútbol los Yankis, porque si les diera por el seguro que acabarían convirtiendolo en alguna clase de espectáculo al estilo americano. El resto por supuesto, acabaríamos pasando por el aro.

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  2. Pues nada, tendremos que ponernos las pilas en algún momento del futuro y escribir un guión perórtico sobre una historia de fútbol... ¿El mítico Torino tal vez? Y hablando de bodrios que han intentado enganchar a un público incauto con la excusa del fútbol: ¿Os acordáis de aquella serie que se llamaba "Delantero" y estaba supuestamente inspirada en la carrera de Gary Lineker en el Barça? Menuda telenovela infumable...

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  3. Como bien sabe mi pasión por el futbol es el mismo que siento por la filatelia colombofilia. Espero se haga cargo XD

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