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El "tío Walt" me provoca
más escalofríos que Norman Bates |
Nunca he sido un gran aficionado al género de animación. Ya desde niño prefería una de aventuras, un musical, una comedia o incluso un
western antes que una película de Disney.
Bambi me dejó una huella tan traumática que me ha impedido volver a verla de adulto y cuando he revisado alguno de los clásicos de toda la vida me han parecido llenos de aburridos números musicales, sentimentalismo melifluo y un sadismo gratuito, así que no me extrañaría que el “tío Walt” hubiera padecido alguna clase de trastorno bipolar. Lo que sí es cierto es que no ocultó sus simpatía por todos los fascismos europeos, que fue un entusiasta colaborador de “la caza de brujas”
macarthista y que los estudios Disney eran los únicos de Hollywood en los que no trabajaban judíos.
Disney ejercía un control tan absoluto sobre el proceso creativo de sus películas que cuando murió los estudios cayeron en una lógica decadencia. A finales de la década de los ochenta un nuevo grupo de ejecutivos se hizo con el control de la compañía y decidieron sacarla a flote cambiando el espíritu de todo aquello que había sido "marca de la casa". La apuesta consistía básicamente en ir aligerando y modernizando los numeritos musicales, hacer guiones aptos tanto para niños como sus papis (que a fin de cuentas también veían la película) e ir sustituyendo progresivamente las dosis de crueldad y mala leche por sentido del humor. Surgieron así películas como
La sirenita,
La bella y la bestia,
Aladdin,
El Rey León,
Pocahontas,
El jorobado de Notre Dame o
Hércules que no tardaron en llevar a los estudios Disney a una segunda edad de oro. Paradójicamente muchos de los nuevos ejecutivos eran judíos.
Para quien esto escribe fue una grata sorpresa volver a ver una película de animación y encontrarse con el nuevo giro dado por la compañía Disney, sobre todo porque el éxito de su nueva fórmula influiría en todo el género (y no sólo en su productora) para siempre. La ventaja de que el canon de las películas de animación hubiera sido tan estricto era que todo estaba por hacer...
Mulan (1998)
Hasta ese momento la película de animación que rompía con más tópicos. La protagonista no sólo no era una occidental, sino que incluso no se trataba de una chica en apuros, sino una muchacha que, haciéndose pasar por hombre, es capaz de vencer una batalla y salvar todo un imperio de uno de los "malos" más conseguidos de la historia de la animación (es brilantísimo el recurso narrativo de mostrar una simple muñeca para contar como los hunos planean y consuman el arrasamiento de una aldea. Seguro que el "tío Walt" hubiera preferido mostrarnos como destripaban viva a la dueña). Al final, en otra inesperado giro del guión, son los rudos compañeros de armas de la chica los que se disfrazan de mujeres para salvar al Emperador. Eso sí, el héroe resultaba demasiado cachas y machote para travestirlo. Tampoco se podía pedir que hicieran saltar todos los tópicos por los aires a la primera ocasión.
Monstruos S.A. (2001)
Pixar (compañía filial de Disney) ya había revolucionado el mundo de la animación en 1995 con
Toy Story, primera película de la historia realizada íntegramente con efectos digitales. En esta ocasión nos sorprendía con un mundo paralelo al otro lado de los armarios de los niños, poblado por hilarentes monstruos. La escena de la huida interdimensional a través de las puertas es, a juicio de quien esto escribe, una de las mejores persecuciones (y sin duda la más imaginativa) de la historia del cine. La resolución de la historia es tan sorprendente como divertida.
Shrek (2001)
La productora de
Spielberg ya se había interesado por las películas de animación desde que en 1986 realizara
Fievel y el Nuevo Mundo, aunque la cinta pasó por las pantallas sin pena ni gloria. En esta ocasión (como en el poema
Un mundo al revés de
José Agustín Goytisolo)
sí que todos los tópicos infantiles saltaron por los aires en un mundo de cuentos con príncipes malvados y heroicos ogros a la busca de princesas monstruosas. La secuela incluía a un divertido
Gato con botas de acento andaluz (y casi me atrevería a decir "paleño) interpretado por
Antonio Banderas, si bien era mejicano en la versión original. Es de justicia decir que las tres primeras películas de esta lista tienen en común el genial doblaje de
José Mota, un hombre al que sin embargo no soporto como humorista.
Up (2009)
El guión de esta película estuvo varios años durmiendo en un cajón Una cosa era romper con los tópicos y otra bien distinta atreverse a hacer una historia protagonizada por un viejo solitario y gruñón en lucha contra la especulación inmobiliaria que junto a un niño con problemas de sobrepeso e integración social acaba viviendo la aventura de su vida. La magnífica escena del principio en la que se cuenta toda la historia del anciano sin una sola palabra contaba con el precedente de la también estupenda
Wall-E y me parece uno de los mayores ejemplos de talento vistas en una producción de Hollywood en muchísimos años.
Según una leyenda urbana tan siniestra como sus clásicos infantiles, Walt Disney fue criogenizado a la espera de tiempos mejores. Puede que se trate de una historia sin fundamento, aunque también podría ser que con unas películas divirtiendo tanto a niños como a mayores y su productora llena de judíos, cualquiera es el guapo que se atreve a descongelarlo.
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¡Si llego a saber lo que había dentro, no abro el congelador! |