domingo, 5 de agosto de 2018

Mis discos favoritos (6)

Artista: MASSIVE ATTACK. Título: BLUE LINES.  Fecha de publicación: 9 de abril de 1991

Prodigioso álbum debut de una banda surgida de los clubes nocturnos  y ambientes grafiteros de Bristol que dejó pasmado al mundo de la música por su novedad de planteamientos, claridad de ideas y madurez a la hora de abordarlas. Sobre la base del sample,  Massive Attack pinchan, pegan, cortan, hacen y deshacen a su gusto una reducción a fuego lento de música electrónica, soul y hip-hop llevada casi al minimalismo y aderezada por aristocráticos ritmos jamaicanos. La crítica, muy dada a etiquetas, llamó a este resultado trip-hop, definición que la banda británica siempre ha rechazado. La calidad de las voces no va a la zaga: artistas como Shara Nelson, Horace Andy o Tricky Kid, se consagraron con sus colaboraciones y dan solera a un disco que fue lanzadera para sus respectivas carreras. Crepuscular, nocturno y sensual. Un producto alambicado con el sofisticado acabado terso del jazz. En la misma línea le seguirían  Protection (1994) y Mezzanine (1998), plagado de potentes guitarras eléctricas y agresividad rockera. Qué gran grupo, pardiez.

viernes, 27 de julio de 2018

Mis discos favoritos (5)

Artista: RED HOT CHILI PEPPERS. Título: BLOOD SUGAR SEX MAGIK. Fecha de publicación: 24 de septiembre de 1991.

Por suerte para nosotros, los Chili Peppers nunca se han tomado a sí mismo demasiado en serio en contaste con la seriedad con la que han abordado su música. Gracias a esta falta de complejos, consiguieron el mestizaje de géneros tan llenos de aparentes contradicciones como el folk, el rock, el hardcore, el punk, el funk, el reggae, el hip-hop o el rap, para que los que odiamos las etiquetas hayamos podido disfrutar de una música inetiquetable. 74 minutos de puro entretenimiento en un disco que transmite un espíritu jovial aunque (que nadie se lleve a equívoco) la banda californiana no permite el más mínimo resquicio a la frivolidad ni la estupidez. Un trabajo que respira dedicación y profesionalidad en su composición, arreglos, producción y grabación. Las letras no van a la zaga del eclecticismo musical y fluyen salpicadas de marginales recuerdos suburbanos, guiños de sexualidad explícita, homenajes musicales y referencias literarias. Pero con naturalidad, huyendo de poses pseudointelectuales y sin caer en el exhibicionismo. Además de estar plagada de temas alegres y de ritmo contagioso, incluye varias baladas desgarradoras y una amable versión de They're Red Hot de Robert Johnson (el mítico bluesman muerto en plena juventud entre leyendas de venta de almas al Diablo alimentadas por el misterio del emplazamiento de su tumba). Quien nunca lo haya escuchado, aún está a tiempo.

jueves, 26 de julio de 2018

Mis discos favoritos (4)

Artista: U2. Título: ACHTUNG BABY. Fecha de publicación: 19 de noviembre de 1991.

U2 eligió Berlín como base de operaciones para la concepción de su nuevo disco apenas un año después de la caída del Muro. La ciudad reunificada se perfilaba como una suerte de capital alternativa y underground en la Zooropa postcomunista, lo que la hacía el marco idóneo de inspiración para una banda que, intuyendo el auténtico fin de una era, buscaba reinventarse y huir de los modelos que la habían catapultado hasta la fama mundial (con todo el riesgo comercial que la decisión podía suponer). Para ello, se pusieron en manos de solventes productores de música electrónica y experimental como Brian Eno y Daniel Lanois, que impusieron como primera premisa "descartar todo aquello que sonara a U2". Cuando el disco cayó en mis manos aquella tarde de otoño de 1991, yo no podía sospechar que iba a experimentar la fuerza de la gravedad en toda su crudeza: ni me meneé. Creo que ni tan siquiera fui capaz de pestañear durante los 55 minutos de música que me apabulló como una apisonadora desde los primeros sonidos industriales de Zoo Station hasta el último pálpito de Love is Blindness. Por primera vez en mi vida de aficionado musical, era consciente de estar asistiendo a la revelación de algo realmente nuevo, innovador, arriesgado, rompedor, ganador (lo que siempre envidié al imaginar lo que sintieron aquellos que disfrutaron de la publicación del mítico Sgt. Pepper's de los Beatles). También queda para la historia el trabajo creativo del fotógrafo Anton Corbijn, autor tanto de la portada, como de ese maravilloso libreto que sugiere un viaje de colores y sonidos entre el frío gris de Berlín y la cálida luminosidad de la Tánger evocada por los ritmos de Mysterious ways. Jamás me ha impresionado tanto la publicación de un disco.

miércoles, 25 de julio de 2018

Mis discos favoritos (3)

Artista: DEPECHE MODE. Título: SONGS OF FAITH AND DEVOTION. Fecha de publicación: 22 de marzo de 1993.

Último álbum de Depeche Mode como cuarteto. Flood, que ya fue productor del grupo en el incontestable y ya clásico Violator (1989), había propuesto llevar los equipos de grabación hasta una villa alquilada en la que convivir y trabajar juntos "y todo será maravilloso". Tan "maravilloso", que un año después Alan Wilder (líder en la penumbra del estudio de grabación) abandonaría la banda en plena gira hablando pestes de otros miembros y Dave Gahan (ayer, como hoy, una de las voces de referencia en la historia de la música pop) trataría de suicidarse por sobredosis. Tras convertirse en una de las bandas referenciales de techno-pop, el grupo optó para su octavo trabajo por sonidos más rockeros con guitarras eléctricas distorsionadas, baterías acústicas y menos protagonismo de los sintetizadores y la música programada. Crítica y público, con no poco desnorte, atribuyeron la cosa a la eclosión del grunge, cuando lo que en realidad planea sobre el disco es la sombra del Achtung Baby de U2 (en el que el propio Flood había participado como ingeniero de sonido). Martin Gore, autor de todas las canciones, se recrea de forma tormentosa en temas como el amor y la culpabilidad, bien sean tratados juntos, por separado, entrelazados y (como el título del disco anuncia) aderezados con ecos bíblicos y religiosos (¿hay quien dé más?). Cuatro años después y, contra todo pronóstico, la banda resurgiría en todo su esplendor como terceto en Ultra, pero esa es ya otra historia.

martes, 24 de julio de 2018

Mis discos favoritos (2)

Artista: IRON MAIDEN. Título: BRAVE NEW WORLD. Fecha de publicación: 29 de mayo de 2000.

Todo parecía presagiar que este disco no era más que un intento desesperado y mercantilista por mantener con vida a una vieja gloria que se aferra a la vida como un zombi deambulando en descomposición. El cantante Bruce Dickinson regresaba a la banda después de su marcha en 1993, pero la audible fatiga vocal de sus últimas participaciones discográficas (No prayer for the dying y Fear of the dark) no auguraban, sobre el papel, un retorno prometedor. En la misma línea de guiño por recuperar a los fans clásicos se podía interpretar la vuelta del guitarrista Adrian Smith (ausente desde 1989), que sumándose a Murray y Gers formaría un inaudito e ¿innecesario? trío de guitarras. Y es que, desde 1990, la Doncella parecía no levantar cabeza debido a una crisis de inspiración, cuestionable calidad de sonido e ingeniería (absurda obcecación de Harris en su estudio de grabación doméstico) e incluso decreciente nivel creativo de las otrora míticas portadas (¡hasta Derek Riggs parecía haberse olvidado de dibujar y hubo que recurrir a otros artistas!). Con todos estos antecedentes, el resultado no pudo ser más contradictorio: un sonido rico, pulido y vibrante al servicio de temas del más puro estilo metalero (The Wickerman, The Mercenary, Fallen Angel), medios tiempos con crescendos explosivos (Dream of Mirrors) e incluso algún guiño semiacústico a la música tradicional británica (Blood Brothers), temas de clásico corte maideniano (Ghost of the Navigator, Brave New World) o la inalcanzable épica monumental de The Nomad. Todo ello, con un Dickinson en estado de gracia recuperando la riqueza tímbrica de sus mejores tiempos, Harris liderando las composiciones con una pasmosa variedad melódica y tres inspirados guitarristas dando lo mejor de sí sin sobrecargas ni estridencias. Puede que Number of the Beast sea el clásico y Seventh Son posea una rara perfección conceptual, pero, al igual que Eddie ha conseguido regresar de la tumba alguna que otra vez, Brave New World fue el disco de "la Resurrección" de los Maiden, y eso es decir mucho.


lunes, 23 de julio de 2018

Mis discos favoritos (1)

Siguiendo un orden cronológico inverso, recojo el guante a tres buenos amigos que me invitan a hablar de mis discos favoritos

Artista: THE CURE. Álbum: THE CURE. Fecha de publicación: 29 de junio de 2004


Una portada esquemática, ingenua e inquietante como sólo un dibujo infantil puede llegar a ser y el lacónico título de “The Cure”. Robert Smith y su banda recuperaron su lado más oscuro con un sonido tenebroso y lleno de obsesivas melodías laberínticas, todo ello en medio de una atmósfera depresiva y desoladora que haría que cualquier grupo de Death Metal pudiera amenizar la verbena de fin de curso de una guardería. Como muestra un botón: (I don’t know what’s going) on es una desesperada canción de amor que goza de la inocente simplicidad de un niño…  o de un loco inofensivo delirando en el acolchado rincón de su celda del manicomio.


jueves, 14 de junio de 2018

Nueve visiones de la Reina

Tu soñar me envolvía, soñado me sentí. Jorge Guillén.

Los sacerdotes derramaron la sangre del sacrificio para consagrar el momento previo a la fundación: una bahía al resguardo de las montañas y una colina protegiendo el río. Finalizado el rito, los fenicios ya sólo pensaban en qué nombre darle. Como el asentamiento sería dedicado a la diosa Astarté, Reina parecía apropiado. Al fin y al cabo, su título principal era el de “Reina de las palomas”.

Palomas. Hasta donde alcanzaba su memoria, a Pablo siempre le habían encantado las palomas. Como su padre le había animado a dibujarlas, pasaba horas observándolas revolotear con el cuaderno sobre las rodillas. No tenía idea de dónde podía estar La Coruña, pero una noche, desde la cama, escuchó a su padre lamentarse de que en su nuevo destino no habría ni sol, ni toros, así que esperaba que al menos hubiera palomas. Asomado al balcón, intentaba retener la plaza mientras la familia comenzaba a bajar los equipajes: el monumento al héroe Torrijos, el convento, la recortada ladera de Gibralfaro, un mar de tejados. El moroso silencio que recorría la ciudad a la hora de la siesta le permitió escuchar las campanadas de la Catedral en la lejanía. A Pablo, en su imaginación infantil, le gustó pensar que repicaban a modo de despedida.

Las campanas marcaban simplemente las horas, pero sabiendo que era lo último que escuchaba en este mundo, Maese de Mena quiso interpretar que tañían por su muerte. Tumbado sobre el jergón sólo alcanzaba a contemplar el techo cruzado por vigas de madera. Madera, había dedicado toda su vida a extraer el alma de la madera. Nunca codició la fama ni pensó en la posteridad. El arte, creía, era un vehículo salvífico para llegar a Dios y, al mismo tiempo, un instrumento para glorificarlo. Sólo desde que la enfermedad lo terminó de postrar, comenzó a obsesionarse con el destino de su obra. La última vez que pudo salir de casa, convenció a duras penas a sus acompañantes para que lo condujeran hasta el convento de Santo Domingo. En un vívido sueño, había visto como la Virgen de Belén y su Crucificado eran pasto de las llamas en el interior del templo.


Cuando el fuego hizo estallar las calderas, el comandante Kretschmann supo que todo estaba definitivamente perdido. La fragata de guerra Gneisenau, orgullo de la marina imperial alemana, hundida por el tiempo y su propia imprudencia. Aunque algunos hombres se encaramaban a los palos del barco, más le valía quedarse en la cubierta y cumplir con la muerte el honor que no había sabido mantener en vida. El mar, impredecible y traicionero como un amor cruel, le envolvió como un sudario.

42 oficiales de una fragata alemana, Robert Boyd, Violette. Tumbas que le aguardaban para contemplar el mar desde la colina del Cementerio Inglés durante el resto de la eternidad. Siempre el mar. Nadie objetó que abandonara el hospital para morir en su casa, frente al mar. Afortunado quien, en vuelo nocturno, divisa cielos, mares y desiertos a un tiempo, pues le está permitido contemplar todo aquello que, a expensas de la muerte, aparenta ser eterno para el ser humano, soñó. En el horizonte, al otro lado de la bahía, una única luz desafiaba a la noche. Silencio.

La luz de una iglesia en plena noche era una buena guía para quien tratara de otear la ciudad en lontananza, pensó con mentalidad militar el general Torrijos mientras aguardaba su turno para confesarse. Al alba de una mañana desapacible fueron conducidos hasta la arena fría y grisácea de la playa. Observó al torpe pelotón de fusilamiento mientras pedía dignidad a sus hombres. Sus hombres. Hasta aquel momento no se le había ocurrido pensar dónde enterrarían a un anglicano como Robert Boyd. A su espalda, el sonido del mar al besar el rompeolas fue interrumpido por un estruendo sordo. Fue lo último que pudo escuchar.

Un estruendo lejano. Preguntaba si eran disparos o el motor de un avión, pero las hermanas hacía tiempo que se cansaron de contestarle que no había nada que oír. El sanatorio era tan blanco, que era incapaz de distinguir donde terminaban las paredes y comenzaba el techo. Al contrario que en la inmensidad del desierto, donde perdidos sin orientación, sólo existían arriba y abajo, azul y amarillo, cielo y tierra. Las hermanas no la entendían. Jane sólo quería tomar el té en el desierto, pero cada vez que trataba de escalar la duna, las tazas bosaban arena. Al otro lado, bajo el cielo protector, un príncipe la esperaba. ¿O estaba mezclando historias?

Su porte principesco y castellano cortés contrastaban con las rudas maneras y la jerga áspera de aquellos soldados reclutados para el nuevo tercio en los Percheles de la ciudad. Tu soñar me envolvía, soñado me sentí. A pesar de ser un alejandrino complicado, a Garcilaso le pareció un hermoso verso para rimar, pero al mismo tiempo tuvo la extraña impresión de que la brisa marina lo arrastraba como un eco susurrado desde otro pensamiento e incluso otro tiempo. El revoloteo de una bandada de palomas que alzaba el vuelo en el puerto le devolvió a la realidad. El barco rompió la espuma por última vez y los fenicios desembarcaron convencidos de que Reina era un nombre espléndido para la ciudad.

A quien la arena del tiempo se le comenzó a escapar por entre los dedos un 15 de junio de 1974

NOTAS: Pablo Ruiz Picasso (Málaga 1881, Mougins 1968) abandonó Málaga con 6 años y nunca regresó. Palomas como las que contemplaba en la Plaza de La Merced fueron un tema recurrente a lo largo de su obra artística.
Dos de las obras cumbres de Pedro de Mena y Medrano (Granada 1628, Málaga 1688), el Crucificado de la Buena Muerte y la Virgen de Belén, desaparecieron en el asalto e incendio de Santo Domingo en mayo de 1931.
La fragata de guerra Gneisenau se hundió en las costas de Málaga el 16 de diciembre de 1900.  En señal de agradecimiento al pueblo de Málaga por el rescate de supervivientes, el gobierno alemán sufragó en 1910 la construcción del Puente de Santo Domingo.
El poeta Jorge Guillén (Valladolid 1893, Málaga 1984) vivió y murió en su casa del paseo marítimo. Está enterrado en el Cementerio Inglés de la ciudad.
José María Torrijos (Madrid 1791, Málaga 1831) fue fusilado en las playas de San Andrés por rebelarse contra la tiranía de Fernando VII. Pasó su última noche y confesión en la iglesia del Carmen.
Jane Bowles (Nueva York 1917, Málaga 1973), escritora y esposa del también novelista Paul Bowles murió en Málaga en un sanatorio mental.
Como maestre de campo, Garcilaso de la Vega (Toledo, en torno a 1495, Niza 1536) recibió el encargo de reclutar un tercio en Málaga. Fue el último territorio español que contempló antes de partir hacia el sur de Francia donde moriría fruto de las heridas sufridas durante el asalto a un castillo en Le Muy.
La sombra de Antoine de Saint-Exupéry (1900-1944) se proyecta sobre dos de las historias como cuando su areoplano cubría la ruta postal entre Málaga y Tetuán.