El siglo XX ha sido muy dado a teorías conspirativas (algunas muy disparatadas) sobre misteriosos descubrimientos mantenidos en secreto o truculentos engaños lanzados como cortina de humo. Sin ir más lejos, hay personas que sostienen que la llegada del hombre a la Luna no fue más que un fraude perpetrado en un plató. En España se está comenzando a imponer últimamente el palabro “conspiranoia”. En Italia, país más curado de estrambóticos espantos, hace años que se acuñó el hermoso término dietrologia (que podría traducirse como “ciencia de lo que nos ocultan”).
Sin embargo, este fenómeno no es, ni exclusivo del siglo XX, ni de mentes estrafalarias. En la historiografía existen estudios serios y rigurosos que a menudo han abierto nuevas y sugerentes líneas de investigación en algunos de los acontecimientos más famosos e importantes de la historia de la humanidad.
Sin embargo, este fenómeno no es, ni exclusivo del siglo XX, ni de mentes estrafalarias. En la historiografía existen estudios serios y rigurosos que a menudo han abierto nuevas y sugerentes líneas de investigación en algunos de los acontecimientos más famosos e importantes de la historia de la humanidad.
Los cinocéfalos de la isla de Andamán, según el "Libro de las maravillas" |
Ya la familia de Marco Polo sospechaba que a su pariente se le había disparado la imaginación relatando sus aventuras e intentaron sonsacarle en su lecho de muerte que lo reconociera. “¡Sólo he contado la mitad de lo que vi!”, dicen que exclamó en su defensa el viajero veneciano.
Tras regresar de sus viajes, Marco Polo se enroló en la guerra que su ciudad mantenía contra Génova y en el transcurso de una batalla naval fue capturado y encarcelado. Fue durante su cautiverio cuando se decidió a dictar las experiencias de su viaje a Rustichello de Pisa, otro preso que hizo las veces de copista. El llamado “Libro de las maravillas” ha sido junto con las “Historias” de Heródoto una de las lecturas de viajes más influyentes y sugestivas para la humanidad. Ambas obras abundan en rigurosas descripciones, curiosidades etnográficas y también sublimes disparates. Marco Polo describe con bastante exactitud el modo de vida de los tártaros de Asia central o la cultura yogui de la India, pero también habla del arca de Noé suspendida en el monte Ararat; de seres humanos con el rostro en el pecho; o de hombres con cabeza de perro que habitan en islas del golfo de Bengala. Sin embargo lo que ha despertado las sospechas de los historiadores no es lo que cuenta, sino lo que calla. Resulta incomprensible que una persona que se supone llegó a China y vivió allí durante años no mencione que sus habitantes comen con palillos; omita el té (omnipresente en la gastronomía oriental y desconocido en Europa); y, lo más llamativo, no diga una sola palabra sobre la Gran Muralla (un equivalente cultural sería hacer un relato de viajes por Egipto y obviar las pirámides). Todo esto ha hecho suponer a algunos historiadores que Marco Polo no llegó tan lejos y, si bien aceptan que probablemente estuvo en la India, proponen que compuso su relato de China a través de las narraciones escuchadas a otros viajeros que pudiera haber conocido. Bien es cierto que Marco Polo hubiera podido alegar que estas experiencias formaban parte de la mitad que no contó.
“El libro de las maravillas” fue obra de cabecera de otro egregio embustero como Cristóbal Colón. Siempre llevaba un ejemplar en sus viajes a las Indias tratando de reconocer los lugares descritos por Marco Polo en las tierras que iba explorando. Tanto se preocupó el descubridor por crear confusión en torno a su persona, que aún hoy día no se conoce a ciencia cierta su lugar de origen. En vida nadie pudo decir que usara el italiano; en Portugal daban por hecho que era forastero; y los españoles le consideraban portugués. Los historiadores siempre han encontrado muy sospechosa su obstinada seguridad en encontrar tierra firme al otro lado del ignoto Atlántico y por esta razón se ha desarrollado la teoría del “prenauta”:
Los portugueses circunnavegaban África para llegar hasta la India, por lo que no es descabellado imaginar que alguna embarcación arrastrada al interior del océano por las tormentas pudiera ser empujada por los vientos alisios hasta América, el problema era encontrar el contra alisio para regresar. ¿Conoció Colón a algún marino que hubiera estado en América? Algunos investigadores van incluso más lejos: Colón era el prenauta, con lo que su primera estancia en América también explicaría la parte más oculta de su biografía; el hecho de que conociera el secreto de los alisios; y que el muy bocazas incluso se permitía fanfarronear con su tripulación prediciendo el paisaje que iban a ir encontrando. De ser así, Colón no era ningún genio intuitivo, sino que iba a tiro fijo.
Durante años recorrió las cortes de media Europa buscando un mecenas que patrocinara su descabellada idea, hasta que finalmente, Isabel de Castilla, por dejar de escucharle, le dio tres míseras naves tripuladas con noventa hombres de la peor escoria esperando, seguramente, no volverlo a ver. A fin de cuentas, el marino no exigía ningún adelanto; sufragaba la octava parte de los gastos y “sólo” pedía ser administrador, gobernador y virrey de unas tierras que nadie pensaba que existieran y la décima parte de unas riquezas que nadie creía que encontrara. A los siete meses, cuando ya todos se habían olvidado de él dando por hecho que había caído por el abismo plano de la Tierra, regresó. Cuando los Reyes Católicos tuvieron que cumplir con el trato no tardaron en darse cuenta de que, o bien era un genio con mucha suerte, o bien sabía demasiado y les había engañado como a chinos. Le acusaron de los más viles crímenes y no cesaron hasta retirarle todos sus privilegios. Murió en la pobreza y convencido de haber llegado a Asia. Dicen que contaba sus increíbles viajes a cualquiera que le convidara.
En cierta ocasión alguien expuso a Howard Hawks la cantidad de contradicciones e invenciones en las que caía cada vez que había hablado de su vida. Hawks contestó que el no se consideraba un mentiroso, sino que la vida era tan corta que la única forma de vivirla varias veces era fabulando. Creo que Hawks tenía razón. Como Marco Polo, como Colón.
Tras regresar de sus viajes, Marco Polo se enroló en la guerra que su ciudad mantenía contra Génova y en el transcurso de una batalla naval fue capturado y encarcelado. Fue durante su cautiverio cuando se decidió a dictar las experiencias de su viaje a Rustichello de Pisa, otro preso que hizo las veces de copista. El llamado “Libro de las maravillas” ha sido junto con las “Historias” de Heródoto una de las lecturas de viajes más influyentes y sugestivas para la humanidad. Ambas obras abundan en rigurosas descripciones, curiosidades etnográficas y también sublimes disparates. Marco Polo describe con bastante exactitud el modo de vida de los tártaros de Asia central o la cultura yogui de la India, pero también habla del arca de Noé suspendida en el monte Ararat; de seres humanos con el rostro en el pecho; o de hombres con cabeza de perro que habitan en islas del golfo de Bengala. Sin embargo lo que ha despertado las sospechas de los historiadores no es lo que cuenta, sino lo que calla. Resulta incomprensible que una persona que se supone llegó a China y vivió allí durante años no mencione que sus habitantes comen con palillos; omita el té (omnipresente en la gastronomía oriental y desconocido en Europa); y, lo más llamativo, no diga una sola palabra sobre la Gran Muralla (un equivalente cultural sería hacer un relato de viajes por Egipto y obviar las pirámides). Todo esto ha hecho suponer a algunos historiadores que Marco Polo no llegó tan lejos y, si bien aceptan que probablemente estuvo en la India, proponen que compuso su relato de China a través de las narraciones escuchadas a otros viajeros que pudiera haber conocido. Bien es cierto que Marco Polo hubiera podido alegar que estas experiencias formaban parte de la mitad que no contó.
Colón se preocupó por convertirse en uno de los personajes más enigmáticos de la humanidad |
Los portugueses circunnavegaban África para llegar hasta la India, por lo que no es descabellado imaginar que alguna embarcación arrastrada al interior del océano por las tormentas pudiera ser empujada por los vientos alisios hasta América, el problema era encontrar el contra alisio para regresar. ¿Conoció Colón a algún marino que hubiera estado en América? Algunos investigadores van incluso más lejos: Colón era el prenauta, con lo que su primera estancia en América también explicaría la parte más oculta de su biografía; el hecho de que conociera el secreto de los alisios; y que el muy bocazas incluso se permitía fanfarronear con su tripulación prediciendo el paisaje que iban a ir encontrando. De ser así, Colón no era ningún genio intuitivo, sino que iba a tiro fijo.
Durante años recorrió las cortes de media Europa buscando un mecenas que patrocinara su descabellada idea, hasta que finalmente, Isabel de Castilla, por dejar de escucharle, le dio tres míseras naves tripuladas con noventa hombres de la peor escoria esperando, seguramente, no volverlo a ver. A fin de cuentas, el marino no exigía ningún adelanto; sufragaba la octava parte de los gastos y “sólo” pedía ser administrador, gobernador y virrey de unas tierras que nadie pensaba que existieran y la décima parte de unas riquezas que nadie creía que encontrara. A los siete meses, cuando ya todos se habían olvidado de él dando por hecho que había caído por el abismo plano de la Tierra, regresó. Cuando los Reyes Católicos tuvieron que cumplir con el trato no tardaron en darse cuenta de que, o bien era un genio con mucha suerte, o bien sabía demasiado y les había engañado como a chinos. Le acusaron de los más viles crímenes y no cesaron hasta retirarle todos sus privilegios. Murió en la pobreza y convencido de haber llegado a Asia. Dicen que contaba sus increíbles viajes a cualquiera que le convidara.
En cierta ocasión alguien expuso a Howard Hawks la cantidad de contradicciones e invenciones en las que caía cada vez que había hablado de su vida. Hawks contestó que el no se consideraba un mentiroso, sino que la vida era tan corta que la única forma de vivirla varias veces era fabulando. Creo que Hawks tenía razón. Como Marco Polo, como Colón.
History fake. Curiosísimo.., como de costumbre,un apunte que no puedes dejar pasar..., Zankius.
ResponderEliminarSiempre a ti por participar.
EliminarUn abrazo, Riqui.
Tremendo, tú. No sé si lo que voy a decir es una soberana tontería, pero me ha hecho pensar en Marco Polo y Cristóbal Colón como precursores de H.G. Wells y Jules Verne... H.P. Lovecraft les queda un poco lejos, eso sí. Precisamente esta noche han pasado en Antena 3 una película que sigue una línea que se ha puesto muy de moda en los últimos años mezclando realidad y fantasía hasta el punto en que no sólo el espectador, sino el propio protagonista, ya no sabe si lo que está viviendo es real o no. "Shutter island" de Scorsese. Salvando las distancias guarda bastante similitud con "Memento" de Christopher Nolan. Otra de esas películas recientes que juega con la ambigüedad entre realidad y fantasía es "Big fish" de Tim Burton, canto del cisne de quien otrora fuese aspirante a genio y se ha quedado en simple excéntrico del celuloide. Una lástima que la película paradigmática de este estilo o como queramos llamarlo sea "Matrix", que es un truño amén de un camelo para ilusos y emocionados envuelto en no sé qué envoltorio o papelucho seudofilosófico, con la única excusa de poner a un montón de majarones a dar piruetas ataviados con gafas de sol negras y con cara de cultura de la avaricia.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con el paralelismo con "Memmento" de Nolan y la "Memezto" (ya que estamos, valga el palabro) de "Matrix".
EliminarPero a mí "Shutter Island" me recuerda aún más al claustrofóbico y onírico ambiente de las películas de Terry Gilliam.
Encantado de saludarle por aquí, Sr. O'Dhurann.
¿Pero y los Pinzones?, ¿no dices nada de ellos?
ResponderEliminarLos hermanos Pinzones, eran unos... marineros.
Jajajajaja.
EliminarPues que se fueron con Colón, que era otro... marinero.
Su intención era ir a Calcuta para irse... de aventuras.
Y los indios yagomones, les cortaron... la retirada.
Como el Almirante era un chulo, todos le dieron... por muerto.
Saludos.
Interesante disertación que nos hace relativizar los supuestos "triunfos" que ha conseguido la humanidad y donde la figura de un genio se convierte en la de un "avispao" que aprovecha la ocasión para beneficiarse en cuanto se le pone a tiro. Creo que había un libro (supongo que habrá unos cuántos) nuevo que hablaba sobre estas cosas
ResponderEliminarUn placer recibirle por primera vez en este blog.
EliminarSi además eres el Miguel Ángel que creo es también un honor que alguien con tu saber científico, tu erudición y tu sentido del humor se deje caer por aquí.
Muchos saludos.
Muy interesante, y me ha hecho recordar otro personaje algo enigmático como lo fue Shakespeare y esa película titulada "Anonymous", donde su cuestiona si fue él quién verdaderamente escribió las obras ya de sobra conocidas.
ResponderEliminarEs que el tema de Shakespeare también ha dado ríos de tinta. Por cierto, no he visto la película.
EliminarSiempre un placer, Pepe.
No sólo estos... hay cantidad de personajes históricos que mucho después se ha descubierto que sus vidas tenían más de curriculum abultado como los que se llevan hoy día que de realidad. En muchos casos es una decepción, ¿no? Si al menos se reconocieran como fabuladores, como Hawks...pero encima trataban de sostener "sus mentiras". Aquí mismo un caso de ellos: http://literatura-comunicacion.blogspot.com.es/2012/02/andre-malraux-el-gran-pretendiente.html
ResponderEliminarUn saludo.
Malraux siempre tuvo fama de narcisista exagerado, pero este artículo es ciertamente apasionante.
EliminarSiempre he sentido simpatía por los "embusteros" (como Hawks) salvo cuando usan sus mentiras con ánimo de lucro.
Gracias, como siempre, por tus aportaciones, David.
Interesante articulo. Cada vez que leo en una de mis revistillas articulos históricos que desmontan lo que aparece en los libros de texto me pregunto que hay de cierto.
ResponderEliminarEstamos llegando a un punto en que no sabemos que creer. Sin ir más lejos leyendo he descubierto que Galileo no fue torturado sino que por su teoria heliocentrismo pasó bajo arresto domiciliario.
Lo único positivo que se puede sacar de estos dos personajes es que durante la estancia de Marco Polo en China(o en la India) no se dedicó a expoliar a los habitantes, cosa que hizo Cristobal Colón. Aunque no se sabe a ciencia cierta... ¿o sí?
Lo que es seguro es que en esta vida hay dos cosas ciertas: la muerte y los impuestos.
Un saludo.